20 de julio de 2019
Catedral Basílica de Salta
Queridos hermanos:
Comenzamos nuestro tiempo del Milagro. El punto de llegada es lo que llamamos la “Pascua Salteña”. Es un tiempo que, acompañados por el invierno, vamos acunando el misterio de la vida que se despliega en toda su plenitud en este mundo nuestro, dado por el Señor a los hombres.
Siguiendo las indicaciones del Papa Francisco, en su Carta Encíclica Laudato Si, en este tiempo del Milagro, queremos ir preparando nuestro Pacto de Fidelidad que va a culminar en los triduos de septiembre, cuidando la casa común, esta Salta. Que cada clavel que ornamentará las imágenes del Señor y de la Virgen sea un signo de un corazón que sabe preparar el mundo, cuidándolo para todos, especialmente respetando a nuestros hermanos más pobres.
I
El Milagro es un tiempo en el cual queremos experimentar el hecho de caminar juntos. La imagen de nuestros peregrinos constituye una fuerte provocación a todos los devotos del Señor y de la Virgen porque nos invitan a descubrir el mensaje que el Señor viene dándonos y nos hace pensar que el caminar juntos ha sido la actitud permanente de la Iglesia a lo largo de su historia.
San Ambrosio ha sido uno de los grandes Santos de la historia de la Iglesia, Padre de la Iglesia, maestro de su diócesis y de la Iglesia entera. Dónde está enterrado existe un púlpito, revestido de mármol, donde se ve la imagen de los 12 Apóstoles, uno al lado de otro caminando; uno pisa el pie del otro, van juntos compartiendo el don de la fe. El tiempo de Milagro es un tiempo para que nosotros también compartamos y crezcamos, caminando juntos, el regalo inmenso de ser creyentes como Abraham. Eso es un Sínodo, un caminar juntos; esa es la Iglesia, el Pueblo que camina en comunión unos con otros, atravesando la historia y procurando en cada tiempo y en cada circunstancia, encontrar y vivir la voluntad del Padre en beneficio de todos los hombres.
El tiempo de Milagro es un tiempo en el que nos redescubrimos Iglesia, agradecemos y celebramos el ser Iglesia, la comunidad de fe, de esperanza y de caridad reunida por el Padre, abrazada por Jesús, atravesada por la presencia del Espíritu. Así queremos vivir este tiempo, en cada corazón, en cada familia, con los otros, procurando establecer, sanar, restaurar nuestros vínculos porque somos creyentes, porque somos familia del Padre Dios.
Este es el tiempo del Milagro, de una Iglesia que camina en actitud sinodal.
II
El Milagro aparece este año, a la luz de la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, como un tiempo para acoger a Dios y compartir sus confidencias con un corazón creyente. Los textos nos hablan de la hospitalidad, Abraham es hospitalario con el Señor que viene; Marta y María son hospitalarias con Jesús. El ser hospitalario es propio de los buenos creyentes, por eso decimos que el Milagro es un tiempo para acoger a Dios en casa y dejarnos recibir y abrazar por el Señor. El que es hospitalario tiene las actitudes que resplandecen en Abraham y tendremos que tratar de vivirlas, especialmente en este tiempo, preparándonos para el próximo 15 de septiembre.
¿Cuáles son las actitudes que caracterizan a Abraham que hospeda al Señor en su tienda?
Primero la prontitud para responder. “Apenas lo vio corrió a su encuentro, se inclinó al suelo y le dice: Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo”. Qué también nosotros sepamos mirar el rostro de los huéspedes que nos rodean y que esperan ser acogidos en nuestro corazón, tener un lugar en nuestro corazón.
Segunda actitud, la hospitalidad se expresa en gestos de amistad. “Haré que les traigan un poco de agua, lávense los pies, descansen a la sombra del árbol, voy a ir a buscar un trozo de pan para que ustedes puedan reparar sus fuerzas”. Esa actitud es propia de nuestra gente y ha marcado también las grandes espiritualidades cristianas, por ejemplo: la benedictina. Nosotros también estamos llamados a tener gestos de amistad con el Señor, gestos con nuestra Madre, gestos entre nosotros, gestos con los que vienen a buscar al Señor, gestos con los que piensan distinto que nosotros.
Una tercera actitud es la gratitud. “Por algo han pasado frente a su servidor” y después de servirlo está agradecido porque han pasado. La gratitud genera en el otro un don mayor. Finalmente se va a cumplir la promesa, dada por el Señor años y años atrás, Abraham va a tener un hijo cuando ya las posibilidades humanas se habían agotado. Debemos cultivar la capacidad para agradecer el hecho de que los otros estén a nuestro alrededor. Muchas veces nos cansan los otros, pero cuando nos faltan, experimentamos cuánto los necesitamos.
Una cuarta actitud que caracteriza la hospitalidad de Abraham y, que también surge en Marta y María: la capacidad de gestar comunidad. Abraham compromete a Sara, diciéndole que tome tres medidas de harina y que amase para preparar unas tortas, eligiendo un ternero para que el sirviente lo carnee y lo prepare… toda la familia se implica en atender al huésped. También nosotros, en el tiempo del Milagro, estamos llamados a descubrir en el mundo de nuestras relaciones y en el corazón de nuestra Patria la necesidad de que todos nos impliquemos, sin excluir a nadie en la hospitalidad como actitud de vida. El Milagro es así: la generosidad de los voluntarios, que trabajan para la entronización de las imágenes y muchos que no vemos, que limpian y trabajan en el cuidado y restauración de la Catedral, en liturgia, en el cuidado de los ornamentos. El Milagro es lo que es porque el Milagro en sí mismo gesta comunidad, invita a la solidaridad, a caminar juntos.
Una quinta actitud que podemos descubrir es la disponibilidad. Abrahamestá ahí para lo que necesiten, acompaña y espera ¡Ojalá tengamos esas actitudes: la prontitud, los gestos de amistad, la gratitud, la capacidad para comprometernos para los demás y la disponibilidad y siempre abiertos a lo que darnos al Dios de lo imposible!.
Cada uno de nosotros al empezar esta Fiesta le ha pedido o ha entregado algo al Señor y la Virgen, en medio de la emoción de recibirlos en el centro de la Catedral. Renovemos nuestra esperanza, porque Dios el Señor y su Madre son capaces de lo imposible.
III
Podemos señalar una segunda característica del caminar hacia la Pascua del Milagro: debemos acoger el anuncio del Señor Resucitado,el plan divino de salvación que es para todos, como lo presentaba Pablo a los cristianos de Colosas: “Es la esperanza de la gloria”. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría. Es el misterio de Jesús, oculto desde la eternidad, que quiere ser manifestado. El Señor del Milagro tiene una fuerza de atracción que excede los límites de nuestra Iglesia particular y de nuestra provincia. Es verdaderamente un faro que ilumina y atrae, que guía e impulsa, es Cristo que nos convoca y que, al mismo tiempo, nos envía.
Nosotros queremos presentar delante de la Arquidiócesis el compromiso de vivir intensamente el Octubre Misionero, pero no nos circunscribimos al mes de octubre, es un tiempo que quisimos comenzarlo el 1° de julio en El Galpón, tierra de San Francisco Solano, porque ha sido uno de los grandes misioneros de nuestra historia y de nuestra Patria, el más grande del Siglo XVI y comienzos del XVII. También estuvo en Salta, compartiendo una procesión de Corpus en nuestra Salta, además de haber estado tiempo largo en la zona del Galpón. Renovemos nuestro propio Bautismo, que nos impulse a darnos cuenta que el Señor y la Virgen es para todos. Tenemos la misión de ser los grandes anunciadores de este amor fiel por encima de cualquier medida. Un amor que se expresa en Jesús, en la Cruz, comienzo de vida y de Resurrección y en la fuerza suplicante de María, la que sigue intercediendo al pie del Sagrario, al pie de la Cruz, por cada uno de nosotros.
La Iglesia entera, guiada por el Papa Francisco, quiere renovar el compromiso de anunciar a todos los hombres. Nosotros queremos proclamarlo y expresarlo desde acá, desde el Milagro, desde el corazón mismo de Cristo, desde el corazón mismo de María en su misterio del Milagro. Ojala que crezca en nosotros la pasión misionera porque es un verdadero viento, obra del Espíritu que ha de renovar nuestra Iglesia.
IV
Tercero, saber elegir lo importante. Es lo que le advierte Jesús a Marta cuando se queja. Jesús responde que María ha elegido lo importante, lo necesario, la mejor parte. Como Iglesia ¿Qué es lo importante? El Ser humano. “El hombre es el camino de la Iglesia”, decía muy bien San Juan Pablo II.
La Iglesia se compromete frente al ser humano, el que vive con nosotros, el que nos visita, en dos tareas: apoyar la educación porque es el camino para realizarnos, para descubrir lo que somos y para poder descubrir los talentos que Dios nos ha dado y ponernos al servicio de los demás. Y, en lo que nos corresponde a nosotros, trabajar la iniciación cristiana. Debemos recuperar la mirada de la Iglesia que se hacía cargo de la Vida Cristiana de cada hermano. Tengo que cargar a cada hermano, especialmente a los más pobres; tengo que descubrir que los más pobres desde la fe, son los niños y los jóvenes que tienen que formarse en la vida y, los adultos también que muchas veces, no conocen el camino del Evangelio. El compromiso de la Iniciación Cristiana supone parroquias, comunidades y una arquidiócesis que quiere caminar y ayudar en el camino de la vida para que podamos descubrir la riqueza inmensa de conocer a Jesucristo y de ser cristianos. Muchas veces escuchamos –y con razón- la quejar: “¿Qué hace la iglesia?” ¿Por qué crecen tanto los grupo evangélicos?. Queremos asumir el tema de la educación y de la educación cristiana a través del camino de la Iniciación. Ayúdennos las familias. Se ha intentado mediante la catequesis familiar pero ¡cómo cuesta!. Muchas veces se delega sólo en la madre o sólo en la abuela y nos quejamos.
V
Este año tendremos una gracia muy especial. Prepararon el camino para que llegaran el Señor y la Virgen del Milagro para que vengan a nuestra Salta, los Santos que fueron elegidos patronos de la ciudad del momento mismo de la fundación: San Felipe y Santiago. Por una Gracia de Dios y también por la benevolencia del Papa Francisco, para la Fiesta del Señor de Milagro van a traer dos reliquias insignes, una de Felipe y otra de Santiago. Sus restos están en una Iglesia que se llama de los 12 Apóstoles en la ciudad de Roma. Son las reliquias de aquel que le dijo a Jesús: “Queremos ver al Padre” y también “qué vamos hacer si no tenemos pan” y Jesús lo provoca y realiza la multiplicación de los panes. Acercarnos a sus restos será una gracia muy especial. También Santiago, el que en su carta nos enseña a vivir la fe en la coherencia de la caridad.
La visita de ellos, de sus propios cuerpos, será muy importante. Nos dejaran dos reliquias que quedaran aquí como parte del gran tesoro de nuestra Catedral. Las recibiremos culminando las Fiestas del Señor y de la Virgen. Dispongamos el corazón. Entre las reliquias que quedan en Roma hay un pie disecado de Felipe que no lo traerán. Pero, la presencia de las reliquias de nuestros Patronos es un impulso a caminar juntos. Empecemos ya a peregrinar, unámonos a nuestros hermanos que vendrán al final de la Fiestas para animarnos y compartir la fe desde la Puna, desde los Valles Calchaquíes, desde el norte, sur, este y oeste de la Provincia, desde la Diócesis de Orán, desde la Prelatura de Humahuaca…. Que seamos un solo pueblo, que crezca nuestra fe, que seamos hospitalarios, que anunciemos a Jesús con nuestra la alegría y que asumamos sobre los hombros de cada uno el presente y el futuro de nuestros niños, de nuestros jóvenes, de todos los que quieren conocer a Jesús.
+ Mons. Mario Cargnello
Arzobispo de Salta