Si al salir de misa estás igual que como entraste, algo no funciona.

La Eucaristía es la presencia de Jesús, es profundamente transformadora.

Jesús viene y te tiene que transformar. En ella, es Cristo quien se ofrece, quien se da por nosotros, nos invita a que nuestra vida se alimente de él y alimente la de nuestros hermanos.

La celebración de la Eucaristía es un encuentro con Jesús resucitado y, al mismo tiempo, una forma de abrirnos al mundo como Él nos enseñó.

Cada vez que participamos en una Eucaristía, Jesús viene y Jesús nos da la fuerza para amar como Él amó.

Porque nos da el valor de salir al encuentro, salir de nosotros mismos y abrirnos con amor a los demás.

Oremos para que los católicos pongan en el centro de su vida la celebración de la Eucaristía, que transforma las relaciones humanas y abre al encuentro con Dios y con los hermanos.

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