Primera lectura: Judit 13, 18-20; 15, 9
Salmo: Lc. 1, 46-55
Segunda lectura: Rom. 8, 28-32
Evangelio: Lc. 11, 27-28
Milagro, camino del encuentro y la esperanza.
El 13 de septiembre la Liturgia de la Iglesia celebra en el calendario particular de Salta la solemnidad de la Bienaventurada Virgen del Milagro.
Estimadas autoridades civiles, militares y eclesiásticas, peregrinos y devotos del Señor y Virgen del Milagro, queridos hermanos y hermanas, amado Pueblo de Dios.
Agradezco a mi hermano Mario Antonio, arzobispo de esta Iglesia que peregrina en Salta, la invitación a presidir esta celebración tan cara para todos nosotros y que emociona mi vida una vez más.
El Milagro de Salta es un evento histórico que data del terremoto de 1692. Conocemos la historia providente de las Imágenes del Cristo Crucificado y de la Purísima Concepción que se encontraban, en el Templo al sucederse “ aquellos espantosos terremotos” y cómo su procesión e invocación los detuvieron.
La devoción a la Virgen del Milagro no es solo una celebración de un evento pasado, sino que la interpretamos como un símbolo de la protección maternal de María. En una historia de fe, providencia divina e intervención celestial.
Con María, somos peregrinos de la esperanza,
Estamos atravesados por grandes tristezas: el drama de la guerra en el mundo, el aumento del narcotráfico y el flagelo de las adiciones en nuestros ambientes, la sensación que la corrupción se va escabullendo en nuestras estructuras cotidianas de gestión y organización, la falta de posibilidades para promover trabajos dignos en muchos sectores de nuestra sociedad, amenazada por la educación y la salud deficiente; en medio de estas realidades la Virgen María se nos presenta como modelo de mujer fuerte que atiende a la Palabra de Dios; en medio de incertidumbres ante el anuncio del ángel que va a ser madre, atiende y confía en la Palabra de Dios, que trae a su corazón serenidad y firmeza. Escucha y es capaz de esperar en las Promesas de Dios: “ por eso el niño será Santo y será llamado hijo de Dios.”
Aunque el Ángel explica a nuestra Madre, cómo y cuál iba a ser el proceso, María no se detiene en los detalles, ni pide más explicaciones, es ahí cuando simplifica todo en su “Hágase”, en su “Cúmplase en mí”.
¡Tú eres la gloria de Jerusalén, tú el gran orgullo de Israel, tú el insigne honor de nuestra raza! María es la mujer feliz que confía en la Palabra de Jesús.
La bienaventuranza de la fe sobre la maternidad carnal
En el Evangelio que recién proclamamos escuchamos a Jesús que dice: “Felices, más bien, los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
San Agustín nos enseña que la Virgen María fue más dichosa por la fe con la que creyó en la palabra de Dios (la maternidad espiritual) que por el hecho de haber concebido la carne de Cristo (la maternidad carnal). Él priorizó la bienaventuranza de la fe y la obediencia interior por encima de la maternidad física, considerando que la fe es el camino para la unión con Dios y la esencia de la verdadera religión.
Hoy nosotros estamos llamados a no esperar aclaraciones o explicaciones sino que creyendo en la palabra del Ángel, en que para Dios no hay nada imposible, tomemos nuestra vida, nuestra misión y sueños, junto a los que amamos y pidamos al Espíritu Santo el don de dejar a Dios, ser Dios.
Año Jubilar 2025: Peregrinos hacia la esperanza
El Papa Francisco declaró en su carta (de febrero de 2022), anunciando el Jubileo del 2025 que estamos viviendo: “Debemos avivar la llama de la esperanza que se nos ha dado y ayudar a todos a encontrar nuevas fuerzas y certezas, mirando al futuro con espíritu abierto, corazón confiado y visión de futuro. El próximo Jubileo puede contribuir enormemente a restablecer un clima de esperanza y confianza como preludio a la renovación y al renacimiento que tanto deseamos» 1
María del Milagro se nos presenta como intercesora ante las dificultades, mediadora y refugio, como mujer de esperanza que confía en Dios; ella nos atrae y nos lleva a su Hijo Jesús.
Hace tiempo que los “aires del Milagro” nos hacen experimentar esta gracia del encuentro con nuestros peregrinos y con el Señor Jesús. Durante días tantos hermanos peregrinan a éste lugar y otros acompañamos con nuestros rezos y gestos de solidaridad esta manifestación de esperanza en las promesas de Dios.
Es en este Santuario del Señor y Virgen del Milagro de Salta, como lugar especial de oración y devoción, donde se vive la peregrinación y al mismo tiempo nos recuerda que toda nuestra vida es un peregrinar hacia el Padre Celestial y a la Vida Eterna que nos ofrece.
Es en este lugar donde ofreciendo oportunidades de reconciliación, e indulgencias fortalecemos y reavivamos nuestra fe, donde vivimos la auténtica gracia jubilar, en el que se perdonan las deudas y las penas del pecado y nos sumergimos en la infinita misericordia de Dios.
Es en estos días en que experimentamos alegría, deleite, éxtasis y una evocación y actualización del recuerdo de acontecimientos salvíficos.
Este tiempo del Milagro en la celebración del Año Santo es una expresión de gozosa gratitud al Señor por sus dones de gracia, y es también un tiempo de conversión, reconciliación y penitencia.
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, Tú que eres modelo de esperanza, ayúdanos a no sucumbir ante la dificultades, ante la incertidumbre sobre el futuro, a que nuestra vida se nutra de la confianza, de la serenidad y de la firme convicción de que nuestra vida está protegida por Dios.
¡María camina con nosotros, sé nuestro modelo, enséñanos a ser “peregrinos hacia la esperanza!!!”. 2
2 Bula de Indicación titulada «Spes non confundit», «la esperanza no defrauda» [Rom. 5, 5]