Catedral Basílica de Salta

14 de abril de 2019

 

Después del momento festivo de la procesión de Ramos,  cuando nos introducimos en el Templo, la liturgia cambia de tono, se hace más sobria y tiene un lugar central la Lectura de la Pasión. Todos los años escuchamos la Lectura de la Pasión el Domingo de Ramos y luego el Viernes Santo.

 

Ha terminado la Cuaresma, un camino que culmina en Jerusalén  y con él se profundiza nuestra condición de caminantes. El relato de la Pasión se convierte para nosotros, los cristianos, en la propuesta para vivir bien la Semana Santa. Podríamos decir que la Iglesia proclama la Pasión y nos dice: “Léelo tú en casa, aprovecha estos días, vuelve a leer la Pasión”.  Este año leemos todos el texto de San Lucas y los cuatro días siguientes estamos invitados a releerlo. ¿Por qué?  Basta mirar los Evangelios, la extensión del relato de la Pasión en proporción al relato de los otros años de vida pública de Jesús, es mucho más importante. Quiere decir que desde el comienzo, la Iglesia vio que lo que había sucedido en la Pascua era lo central. Allí se nos invita a ver qué pasa en el corazón de Cristo y qué pasa de corazón de los hombres. Así podemos vivir intensamente y dejar que la fuerza renovadora de la Pascua, de su Muerte y Resurrección, haga su obra en nosotros. Si el camino de la Cuaresma nos llevaba a ponernos delante los ojos de Jesús ¿Cómo no hacerlo ahora?

 

I

 

1.- ¿Qué actitud debemos tener para vivir la Semana Santa? El libro de Isaías nos dice: “Cada mañana él despierta mi oído para que escuche  yo como un discípulo. El Señor abrió mi oído”

 

Primera actitud, saber escuchar. Escuchamos tantas cosas, reaccionamos normalmente desde lo que escuchamos. Hemos generado una especie de dependencia de escuchar radio, televisión. La lectura misma es un escuchar. Hoy nos convertimos en esclavos de las redes sociales.  La invitación es a detenernos un poquito, escuchar al Señor, descubrir lo que Dios quiere hacer contigo, con tu familia, con nuestra comunidad; esto es más importante que lo que nos va a  transmitir el noticiero, en el que las noticias de último momento por lo general son interesadas y, muchas veces, no nos dan paz. Vuelve de nuevo a escuchar a Dios.

 

2.- La segunda actitud es la de la confianza.  “El Señor viene en mi ayuda, por eso no quedé confundido”.  Jesús, que tiene todo para no confiar; sigue el camino trazado por el Padre, entra en la consumación de ese camino verdaderamente difícil que exige una entrega total y lo hace. El Hijo del Hombre, en el contexto de la Última Cena, va por el camino que le ha sido señalado. ¡Arrimémonos al Señor! Estamos llamados a descubrir los pasos de Dios en nuestra vida; a ver que siempre ha estado cerca, aunque nosotros estemos  lejos y que la mano de Él está ahí, aunque no lo percibamos. Confianza, quizás será la palabra más importante en esta Pascua: confiar en Él. Cuando es más difícil, estamos llamados a reduplicar la confianza de estilo de Job: “aunque me esté matando, yo confiare en él”. Es la confianza de Jesús que lo lleva hasta la entrega total.

 

3- Escuchando, confiando, ponernos a tiro de la mirada del Señor. Una escena que vale la pena volver a leer es la de Pedro, que es mirado por Jesús. Pedro trae una carga de negación y cobardía; pero, la mirada de Jesús no humilla, toca lo más hondo. Libera, saca lo mejor de sí y da la capacidad de empezar de nuevo en el punto más álgido, donde tenía que mostrar el amor, él que va a ser cabeza de la Iglesia, acababa de escuchar de Jesús: “Pedro yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe y cuando vuelvas confirma a tus hermanos”. En la mayor entrega de  Jesús,  la mayor debilidad de parte nuestra.  No tengamos miedo, entremos en la Semana Santa dejándonos mirar por el Señor.  Él puede hacer cosas nuevas, grandes y buenas en nuestro corazón.  No tengamos miedo de ponernos a tiro de la mirada de Cristo que nos llama a la conversión. Traemos muchos pecados,  nos sentimos aplastados; levantémonos y acordémonos que en el momento ultimo al buen ladrón que le dijo: “Acuérdate de mí” y Él le respondió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. ¿Cómo no confiar? ¿Cómo no escuchar? ¿Cómo no dejarnos mirar por el Señor?

 

II

 

Tres actitudes para entrar en la Semana Santa. Dejémonos iluminar por lo que Jesús dice a sus discípulos: “Los reyes del mundo gobiernan haciendo sentir su poder, no debe ser así entre ustedes, el que quiera ser primero que sirva. Yo les confiero el poder de servir”. ¡Cuándo tenemos que aprender! Vuelvo a pedir  lo que pedí al comienzo de la procesión: por favor, recen para que la Iglesia de Salta, con la responsabilidad que me toca, sea una Iglesia servidora; que no busquemos el poder, que no nos emborrachemos de gestos de afecto o de atención que nos hagan creer que somos más de lo que somos. Sólo somos servidores del Señor y de los hermanos. Que yo tenga esa actitud junto a mis hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas y todos los cristianos; de tal manera que, elijan la vocación que elijan, la vivan en su familia, la vivan en su trabajo, la vivan en su carrera, en su profesión y, si tienen vocación política y empresarial, lo hagan con actitud de servicio.  Esa es nuestra razón de ser del mundo, de  ser cristianos: vivir al estilo de Jesús.

 

Dediquemos más tiempo al Señor, insisto, leamos la Pasión serenamente. Hoy  muchos compran la liturgia cotidiana, otros tienen la Sagrada Escritura, basta leer el texto de la Pasión según el Evangelio de Lucas, un poco por día –ojalá en familia-. Eso es escuchar, eso es dejarse mirar, de allí surge la confianza. Eso es darle espacio de nuestro corazón a Dios para que derrame su amor y use de nosotros para seguir amando.

 

+ Mons. Mario Cargnello

Arzobispo de Salta

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