¡Los movimientos eclesiales son un don, son la riqueza en la Iglesia! ¡Esto son ustedes!
Los movimientos renuevan la Iglesia con su capacidad de diálogo al servicio de la misión evangelizadora. Redescubren cada día en su carisma nuevas formas de mostrar el atractivo y la novedad del Evangelio.
¿Cómo lo hacen? Hablando idiomas diferentes, parecen diferentes, pero es la creatividad que crea esas diferencias. Pero entendiéndose siempre y haciéndose entender.
Y trabajando al servicio de los Obispos y las parroquias para evitar cualquier tentación de encerrarse en sí mismos, que este puede ser el peligro, ¿no?
Manténganse siempre en movimiento, respondiendo al impulso del Espíritu Santo, a los desafíos, a los cambios del mundo de hoy.
Manténganse en la armonía de la Iglesia, que la armonía es un don del Espíritu Santo.
Oremos para que los movimientos y grupos eclesiales redescubran cada día su misión, una misión evangelizadora, y que pongan sus propios carismas al servicio de las necesidades del mundo. Al servicio.